viernes, 13 de enero de 2012

Sabes que miento siempre que hay una buena ocasión.

Y por qué? Porque en mi momento no me valoraste, cuando yo sí lo hacía, y , de repente me pides que cambie, que no te mereces eso. Pero ¿por qué? Tu me lo hiciste y te comportas como una hipócrita ahora.
¿Estaré haciendo mal al tratarte igual? Se que no es bueno, pero vos me hiciste sufrir, ¿Qué acaso no tengo yo los mismos derechos? Si se pueden decir derechos. 
Ni vos, ni yo entendemos. Y la verdad que no tengo tiempo que perder.
Pero sin dudas, espero volverte a ver mañana por la mañana, porque a pesar de todo, llenás mi alma, mi vida y mis días.
Puedes estar furioso como un perro rabioso por como salieron las cosas. Puedes insultar, puedes maldecir al destino pero cuando se acerca el final debes resignarte.
Porque ya nada volverá.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Llegó el tan esperado día.

 Días, semanas, e incluso meses atrás, vengo pensando en esto. Simplemente no podía esperar más, era como si contaba cada minuto que pasaba, cada vez más cerca de este día tan especial para mí. Por suerte esta ultima semana me ha tenido muy ocupado por lo que no tuve mucho tiempo de pensar en el poco tiempo que faltaba. 
 No siempre demuestro que estoy ansioso, la mayoría de las veces no lo estoy, si no me conociera a mi mismo, diría que tampoco lo estoy ahora, pero en el fondo se muy bien que lo estoy. 
 Y no es por algo cualquiera, algo de todos los días, meses atrás me vengo preparando, horas y  horas de práctica, además de prácticas he vivido infinitas emociones de las cuales jamás olvidaré, conocí a personas que cambiaron mi vida tanto para bien, como para mal, no se si para mal porque ya no me importan algunas cosas que me hicieron mucho mal hace no tanto tiempo. 
 Pero el gran día llegó. El día en que todo va a terminar. ¿Lograré acostumbrarme a no volver a esas practicas cada semana? ¿Lograré no extrañar a esas pocas, pero no por eso no importantes personas que me alegraban esos días, que me sacaban innumerables sonrisas? ¿Lo lograré? o ¿Seguiré?. Solo lo que suceda durante esta semana lo dirá, no lo sabre sino hasta que pase el tiempo, y el destino me ayude a sobrellevarlo y a tomar la decisión correcta. Pero para eso todavía falta tiempo, por ahora tan solo voy a concentrarme en este día que esperé durante tanto tiempo. Este día lleno de color, alegría, emoción, sentimientos por doquier, ¿por que no también nostalgias y hasta diversión? 
 Millones de inconvenientes se presentaron, muchos más de los que me esperaba, momentos desagradables viví por un rato, pero luego me di cuenta de que tenía solución. Sin preocupaciones todo sería mejor, por eso me decidí a tranquilizarme y tan solo a esperar lo mejor, que estoy seguro que así será, todo perfecto.
 La esperanza de brillas está ahí, presente, como así también las demostraciones, de como dije antes, meses de práctica, tan solo me pongo en manos de Dios, y pasaré estos días con total serenidad y tranquilidad. O al menos, lo intentaré. Espero tener toda la suerte que se pueda, y estoy seguro de que la tendré. 
 Así que solamente me queda decir, allá voy, esperame, que te vas a sorpender.

jueves, 20 de enero de 2011

La noche del treinta de diciembre, Carolina estaba muy entusiasmada. Su tan esperada fiesta de quince años había llegado. Todos los tan agotadores preparativos estaban puestos allí, en el hermoso salón vestido de azul y plata.

Los ciento setenta y dos invitados estaban sentados en sus respectivas mesas, esperando la tan esperada entrada de Carolina. Luego de aproximadamente quince minutos, las luces se apagaron, comenzó a escucharse la canción Gloria, y una gran y hermosa luz azul iluminó el centro del salón, haciendo brillar el fino piso de mármol. Allí estaba Carolina sonriente, con su enorme vestido azul, acompañada por su padre. Los aplausos se empezaron a oír y Carolina recibió las quince rosas, que representan su vida, a lo largo de quince años.

Luego de saludar a todos los invitados, Carolina se sentó en su respectiva mesa, al lado de su madre, su padre y sus dos hermanos.

La comida estaba exquisita, el postre aún mas. Luego llegó el momento del tan esperado vals, al bailar, Carolina se sentía tan feliz, allí estaban todas las personas que apreciaba, que amaba. El brindis llegó y acto seguido de esto, la fiesta comenzó.

Todos bailaban, reían, se divertían. Carolina también lo hacía, pero a pesar de ser su fiesta, se sentía incómoda, como si la presencia de alguien la intimidara. Pero... ¿De quién?. Eso no podía seguir así, en su fiesta y ella sintiéndose así, decidió investigar. Intentó recorrer el inmenso salón, pero todos querían bailar con ella y halagarla por lo hermosa que se encontraba.

Después de bailar un rato, Carolina se olvido por completo de su incomodidad, pero se encontró con gente que no conocía, le parecía un poco extraña, pero no le importó, la fiesta estaba muy divertida para exaltarse.

El reloj marcaba las tres de la mañana, Carolina decidió cambiarse de vestuario, ¡Este vestido le pesaba tanto! Así que decidió subir al primer piso para cambiarse y ponerse unos shorts azules, a tono con el corset del vestido, para estar un poco más cómoda.

Al llegar al primer piso, por las hermosas escaleras de mármol negro, se llevó una gran sorpresa, la ventana que daba al balcón estaba abierta de par a par. A pesar de ser verano, la brisa que entraba por la ventana era fría, muy fría, tanto que hizo erizarle la piel. No le dio importancia y cerró las grades ventanas de madera.

Mientras tanto, abajo en la fiesta, sus amigos Rocío y Javier la buscaban por todos lados, cuando decidieron darse por vencidos, ya eran casi las cinco de la mañana y la fiesta estaba casi en su final, y Carolina aún no aparecía. Empezaron a preocuparse ¿Habrá pasado algo? ¿Habrá tomado de más y se sentía mal? Era muy extraño, no se encontraba en su fiesta tan ansiada por meses, tal vez por años.

En verdad, algo muy extraño estaba ocurriendo, cada vez estaban más preocupados. Decidieron hablar con sus padres. Buscaron entre la multitud y dieron con su padre, pero era imposible hablar con él, estaba bajo efectos del alcohol.

Hasta que dieron con su madre, había pasado un cuarto de hora. Su madre también estaba un poco bajo efectos del alcohol y no les prestó atención. Entonces fue cuando Rocío recordó que Carolina le había dicho que subiría al primer piso a cambiarse.

Ambos corrieron hacia la escalera, pero sin éxito, la cantidad de personas era tal que era imposible caminar, y mucho menos correr. Cuando al fin llegaron a la escalera, subieron por ella lo más rápido que pudieron. Al llegar al primer piso buscaron en todas las habitaciones, no estaba en ninguna, solo quedaba por revisar la del final del inmenso pasillo.

Javier corre hacia ella y dobla el picaporte con convicción, pero sin éxito, la puerta estaba bajo llave. Decidió patear la puerta hasta abrirla y así lo hizo.

Al entrar en la iluminada habitación, sus ojos se llenaron de lágrimas, al igual que los de Rocío. Allí yacía Carolina, en el suelo, junto a un charco de sangre, sosteniendo el terrible puñal que tenía clavado en el estómago. En sus castaños ojos, se veían el miedo y la desesperación y ya no brillaban como antes, Carolina había sido asesinada.


martes, 18 de enero de 2011


Día tras día, semana tras semana, mes tras mes, aprendí a cuidarte, a ayudarte, a defenderte, a quererte, a amarte.
Lo nuestro parecía interminable, infinito. Todo era hermoso, sin problemas, sin rencores, sin motivos para pedir perdón. Eramos felices, nada nos impedía serlo, muchos nos envidiaban, no nos importaba. Aprendimos lo mejor de los dos, lo mejor de cada uno. Cada día era aún mejor, estábamos siempre juntos, riendo y siendo felices.
Todo era un mundo maravilloso, era nuestro mundo, de nadie más, nadie se entrometía, todos lo respetaban.
Pero un día algo cambió, tu forma de ser, tu tono de voz, tus pensamientos, tus decisiones, tu importancia hacia mi, todo había cambiado. Yo no lograba entenderlo, hacía una semana atrás nada era así, pero todo se volvió tan extraño, tan confuso, tan desagradable.
Tu contestador automático se volvía cada vez más fastidioso con ese adorable pero repetitivo En este momento no puedo atenderte, llámame más tarde. Gracias. Después de escucharlo más de doce veces, decidí desistir de llamarte. No deseabas verme ese día, al día siguiente lo intenté reiteradas veces más, pero sin logro alguno. Decidí ir hasta tu casa, al llegar allí, recordé el inmenso jardín trasero, donde bajo la luz de la luna nos dimos nuestro primer beso. Los bellos recuerdos debieron escurrirse de mi mente, estaba frente a la puerta y debía tocar el timbre, antes de tocarlo, oí tu voz, pero no logré detectar qué decías. Muy entusiasmado toqué el timbre, esperando verte y que saltes a mis brazos, pero no, la puerta se abrió y la figura de tu madre se dibujó frente a mí tras un dulce "¡Hola! ¿Cómo estás?". A lo que respondo"¡bien!", con una sonrisa y luego pregunto por tu presencia. Tu madre me dice, "Ella no se encuentra aquí, no se a donde se fue, cuando vuelva, le digo que te llame". Intenté decirle que había oído tu voz, pero para que no piense que estaba espiándolas o algo así, decidí quedarme en silencio y responder, casi frustrado, con un simple "Ok, muchas gracias, hasta mañana". E irme a paso acelerado.
Toda la tarde me la pasé pensándote, sin entender aquella extraña escena.
Días más tarde decidí ir a buscarte y a hablar, ver por qué me evitabas. Justamente te encontré sentada en el porche de tu casa, sola, bebiendo una taza de té, al verme, tu cara se volvió pálida, extraña, de mal gusto. Me acerqué a ti y trataste de esquivarme, pero no podía irme, te pusiste muy nerviosa. Decidiste entrar a hablar, pero fue imposible hacer eso, empezaste a gritar, yo no podía contener la discusión. Finalmente me confesaste que me engañabas, que ya no me amabas y que no te complacía como querías, empezaste a pegarme, a insultarme, mientras mi corazón se rompía cada vez más, ni siquiera mis lágrimas pudieron detenerte, no podías parar, no te importaban mis sentimientos. En ese momento yo me descontrolé, no me pude moderar, no se que me pasó. Agarré el afilado cuchillo que se apoyaba sobre la mesa y te lo clavé en el pecho, como un puñal en el corazón. La sangre empezó a derrarmarse sobre tu tierno cuerpo que yacía en el piso, tu cabello castaño ya no tenía el brillo de siempre, tus ojos marrones, de los cuales me había enamorado me miraban, sin luz, sin vida.
No atiné más que a gritar ¡No me rompas el corazón! y a correr en el medio de la cálida noche de noviembre.


*Agradecimientos a Aldana Lugo, por darme la idea de utilizar el mes de noviembre.

sábado, 15 de enero de 2011

You may say I'm a dreamer, but I'm not the only one.

domingo, 9 de enero de 2011

Goodbye

La mayoría de las veces, tan solo un saludo, cada vez que salimos de un lugar, saludamos alegremente, con una sonrisa.
Pero otras veces no es tan fácil, hay momentos en la vida que ese saludo, ese adiós, será el último, tal vez nunca más se lo vuelvas a decir a esa persona.
Esas veces, el corazón se te desgarra, las lagrimas corren por tu cara como si fueran cascadas, los abrazos son hermosos, pero imposibles de evitar el adiós.
Esos momentos de la vida son, quizás, los más difíciles. Tener que decir adiós a una persona, que ya sea, lo conociste y la relación no fue más que un saludo y a aquellas personas que conociste y llegaste a amarlas.
Es difícil para todos, es un momento que no pensas que va a llegar, y cuando llega es horrible, tan repentino, no entendés por que, necesitas más tiempo para caer en que es el último adiós, pero es imposible, ese día llegó y hay que hacerlo, no queda otra alternativa, una vez más ese abrazo cálido, entre lágrimas, entre palabras dulces, de fuerza, tal vez de perdón también.
Prometen escribirse, hacer todo lo posible por estar en contacto, y así será, pero no es lo mismo.
Cada despedida, cada adiós duele, y mucho, por eso, antes de una horrible despedida, decile a cada persona lo que sentis, agradeceles lo que hicieron por vos, no te quedes pensando "Le hubiera dicho esto" porque es tan solo para peor.
Cuando subís a ese auto que te va a llevar tan lejos, no podes parar de llorar y saludar a todos, tristes, despidiendote.
Pero a pesar de eso, la vida sigue y las despedidas te enseñan a fortalecer el corazón y los sentimientos. y además...
¿Quién te dice que nunca va a ocurrir un reencuentro?