miércoles, 17 de noviembre de 2010

Su peor pesadilla

La noche que Megan había visto aquella horrible película, no pudo dormir. Por más que intentaba e intentaba no lograba conciliar el sueño.
Dio vueltas y vueltas en su cama, hasta que al final decidió levantarse por un vaso de agua. Al ver por la ventana, vio que la luna estaba llena, pero no era normal, estaba aún más bella de lo que usualmente lo era.
Mientras tomaba un sorbo de su agua fresca, Megan decidió salir a dar un paseo por el parque. Se vistió con algo más descente que sus pijamas, se calzó las zapatillas Converse más limpias que tenía. Miró la hora 02:17 a.m. -Suficiente tiempo para un largo paseo. Pensó. El otro día sería sábado y ella podría levantarse a la hora que quisiera.
Después de peinarse un poco, salió en dirección al parque. Se sorprendió no ver a los adolescentes del pequeño pueblo, sentados en los bancos del parque tomando sus cervezas a escondidas, como lo hacían todos los viernes y sábados a la madrugada.
Caminó por el largo sendero de cemento que unía una parte del parque a la otra, al lado del bosque.
Lo caminó una y otra vez, aburrida, pensando un poco en aquella sangrienta película, que le había asustado tanto, de vez en cuando sentía un calosfrío.
Decide sentarse en un pequeño banco de vista al frondoso bosque, y ve un pequeño sendero, decide ir a ver de qué se trataba.
Megan camina hacia el sendero, y en menos de lo que se dio cuenta, ya se encontraba dentro del bosque, le pareció muy extraño, porque a pesar de la noche, veía con claridad, tal vez por la luna, que estaba tan bonita e iluminada.
Camina unos dos kilómetros, cuando encuentra algo, de lo que nunca había sabido, se sorprendió al verlo, pero era de esperarse, después de todo, había vivido sus quince años en el pueblo y nunca había entrado al bosque.
Había encontrado una hermosa laguna, donde se escuchaban a las ranas croando, algunos sonidos provenientes de búhos. Megan decidió sentarse en la verde y espesa grama, a ver ese maravilloso lugar que había descubierto, aunque no debía ser la primera, ya que había un pequeño sendero.
De repente, Megan escucha como si algo corriera detrás de ella, su corazón se detuvo un momento y luego comenzó a latir como si fuera a salirle por la boca.
Se levantó cautelosamente y se hechó a correr, de repente tropieza, cae y todo se oscurece.
A la mañana siguiente, Megan se levanta, como cualquier otro día, se sentía cansada y sentía un olor repugnante.
Era sábado por la mañana, y estaba sola en casa, decide poner música de Paramore, su favorita, a todo volumen y decide ir a bañarse.
Después de bañarse, se peina, se arregla, decide que ropa ponerse y juntar su ropa para ir a lavarla, cuando descubre algo que le pone los pelos de punta, su remera blanca tenía una mancha de sangre.
La mancha se proyectaba en la sección del brazo, por lo tanto corre a verse al espejo, y descubre que tenía un rasguño en esa parte, no era mucho, tan solo un pequeño corte. Se alivió al ver que tan solo era eso. Pero se alivió tan sólo por un momento, porque entonces recordó su extraño paseo, lo recordó todo, hasta tropezar, caer y luego todo oscuro.
Las dudas comenzaron a brotar en ella, ¿Se habrá desmayado al caer? si fuese así ¿Cómo volvió a casa? ¿Se habría despertado y vuelto, y no se acordaba de ello? Algo extraño había pasado. Pero...¿Qué?
Esa tarde decide encontrarse con sus amigas Dalia y Sofía y mostrarles el hermoso lugar en el bosque que había encontrado.
Las chicas estaban entusiasmadas, ellas nunca habían ingresado al bosque, y pensaron que sería algo muy divertido. Así que lo hicieron, ingresaron por medio del sendero y en una hora habían llegado al lago tan mencionado por Megan. Estaban asombradas de la belleza de aquel pequeño lago, pero había algo que hacía al paisaje un poco disgusto. Un terrible olor nauseabundo. Ese terrible olor les daba vueltas el estómago. Megan se asustó, la noche anterior, ese olor no se encontraba. Algo había pasado cuando todo oscureció y otra vez se pregunta. -¿Pero Qué?
Las chicas deciden investigar, cada una de ellas una parte del lago. Y así lo hicieron, después de revisar el lago y sus alrededores por algo más de diez minutos, Dalia grita y alerta a las demás de que allí yacía el cadáver de un conejo. Las otras corren hacia el lugar, y se encuentran con además de un olor aún más desagradable, el cuerpo de lo que se podía ver, era un pequeño y hermoso conejo.
Megan sintió el llanto, pero lo contuvo como un nudo en su garganta, ese conejo hacía recordarle a su viejo conejito que había muerto un mes atrás.
Después de investigar el cuerpo del conejo, detectaron de que fue atacado por un animal, un tanto extraño, ya que, aunque había arrancado algunas partes del conejo, no había comido la carne, tan solo había bebido la sangre. Ésto las hizo ponerles los pelos de punta. ¿Qué animal podría haber hecho eso? ¿Estaban seguras, las tres solas, en el medio del bosque, con la existencia de ese horrible animal?
Decidieron salir del bosque, lo más rápido posible, la hora había pasado y la noche estaba cayendo sobre ellas. Al salir del bosque, que ahora les parecía tétrico, acordaron no decirles a nadie lo ocurrido, ya que podrían meterse en problemas si sus padres se enteraban que entraron solas al bosque.
La noche había llegado, la cena ya había pasado y Megan decidió ir a la cama. Leyó un poco, sin poder concentrarse, así que se dispuso a dormir.
Durmió una hora, tal vez dos y se levantó sobresaltada. Había tenido un extraño sueño con respecto al bosque. Y aunque extrañamente que parezca, sentía la necesidad de ir al bosque. Se puso a pensar y se negaba pero a la vez esa necesidad se hacía más y más grande. Decidió al fin, ir al bosque, pero sin saber por qué. Esta vez estaba apurada, ni siquiera se cambió su pijamas, ni tampoco se ató los cordones de las Converse.
Corrió hacia el bosque, con una velocidad sorprendente para ella, no solía ser muy atlética. Algo raro, muy raro, le estaba pasando.
Llega al bosque, y se encamina en el pequeño sendero que guiaba hasta el lago. Otra vez se sentó en la grama y se quedó allí, como si estuviera esperando algo. En un momento sintió que estaba dormida.
Era domingo por la mañana, los rayos del sol atravesaban las cortinas desteñidas de la habitación de Megan. El calor y la luz la hicieron despertarse, otra vez, como en la mañana anterior, sentía un olor nauseabundo.
Recorrió la casa, todos dormían. Miró la hora 09.26 a.m. Decidió bañarse, al parecer el olor provenía de ella.
Entra al baño, se ve en el espejo, y su corazón se paró unos segundos. Sus ojos se abrieron como pelotas de golf al ver que su pijama, estaba llena de sangre.
Megan grita e inmediatamente se quita el pijamas. Esta vez no tenía ni un corte, ni un rasguño. ¿De qué era esa sangre?
Su madre entra exaltada, investigando que era lo que pasaba. Megan muestra su pijamas lleno de sangre. A su madre se le presenta la misma expresión que a ella. El susto las hizo estallar en llanto.
Esa tarde decidió volver al bosque, a ver si habían indicios de lo que había pasado. Recorrió a los alrededores del lago, el conejo seguía allí, otra vez sintió el nudo en la garganta , no por el conejo, sino porque, esta vez, yacía junto a él, un gato, en las mismas condiciones.
El susto volvió a ser grande y la hizo correr hasta su casa y llorar por horas y horas, la desesperación era inmensa... ¿Por qué esos animales morían? ¿Por que estaba empapada en sangre por la mañana? Todo era tan confuso, tan horrible.
Otra vez la noche llegó, Megan no quería dormir, tenía esas horribles pesadillas. Era la ultima semana de las vacaciones de verano, pronto debía volver al colegio, otra vez, eso la desanimaba, ya que ese verano, fue uno de los mejores.
El sueño había caído sobre Megan, otra vez, tuvo una horrible pesadilla. Pero esta vez ella se veía en el bosque, sentada en la grama, junto al lago, un ciervo pasa cerca de ella, ella salta y empieza a correr en dirección al animal, el ciervo corre lo más rápido que puede, pero ella lo es más, y lo atrapa, le muerde el cuello, lo asfixia, y el ciervo muere, lo destroza en varios pedazos, y empieza a beber su sangre. Al "saciarse" empieza a correr nuevamente en dirección al lago, al sendero y nuevamente a su casa. Se despierta exaltada y asustada ¿Que demonios fue esa pesadilla?
Megan estubo todo el día pensando en aquel terrible sueño, pensó en contarles a sus amigas, pero dirían que estaba loca, ni pensar sus padres o su hermano.
Decidió quedarse encerrada, en su habitación. Trato de leer, escribir, ver alguna película en televisión, pero nada podía apartar de su mente, ese terrible sueño.
Otra vez, la noche había llegado, y una vez más terminó dormida en su cama, sin siquiera quitarse las zapatillas.
Otra vez, estaba allí, la terrible pesadilla, pero está vez, su víctima era una vaca, lo mismo que sufrió el ciervo, sufrió esa pobre vaca.
Ya eran las diez de la mañana y otra vez Megan se despierta asustada, y lo peor con sangre en la ropa. Era todo tan extraño, confuso, horroroso, pero ella se había acostumbrado a despertar con eso. Decidió mantenerlo en secreto. Ese extraño enigma ya iba a resolverse, lo unico que ella deseaba era que fuera, pronto.
Sus extraños sueños no podían salirle de la cabeza ¿Por que los estaba teniendo? Otra vez recordaba esa asquerosa sangre que poseía en las mañanas. ¿Que estaba pasando?
Decidió volver al bosque, debía resolver ese extraño enigma. Al llegar al lago, cae al piso, casi se desmaya, sintió que no podía moverse. El motivo de ese comportamiento, era que frente a sus ojos, estaban el ciervo y la vaca de sus sueños, tal y como los había visto.
Empezó a llorar, necesitaba ayuda, y urgentemente. Pero ¿Quién la ayudaría? Pensarían que inventaba todo ¿La creerían loca? Era algo difícil de llevar. No sabía que hacer, estaba desesperada.
Volvió a casa, se encerró nuevamente en su habitación, la llamaron para la cena, no tenía apetito, no deseaba comer. Pronto la noche regresó, acompañado del sueño, y otra vez Megan volvía a dormir.
Nuevamente esas horribles pesadillas habían empezado, Esta vez podía sentir el calor, sentía la brisa que chocaba en su cara, las gotas de lluvia que amenazaban que se acercaba una tormenta. Ella corría tan rápido como solía hacerlo los últimos días. Llega al bosque, lo mira por unos segundos y penetra en él y corre hacia el lago. Frente a sus ojos se encontraban los cadáveres de los animales, allí yacían, el conejo, el gato, la vaca y el ciervo. Se sentía hambrienta, más bien sedienta. Se sienta en el mismo lugar de la grama y espera silenciosa, escucha el sonido de lo que parecía, otro ciervo, mira hacia esa dirección, y así era un pequeño ciervo la miraba, en sus ojos detectaba el peligro, el miedo.
Megan se para sigilosamente y corre hacia el ciervo. Éste corre, pero no es rápido y Megan salta hacia él. Lo muerde en el cuello, lo asfixia.
En ese momento para, y grita -¡Quiero despertar! Y hace todo lo posible por hacerlo, empieza a correr en todas direcciones, llega al lago, se refleja en él.
Salta hacia atrás y siente el frío en su cuerpo. Ella era la culpable de todos esos asesinatos a a esos animales, ella había causado todo. Era un vampiro, y no era un sueño. Sus pesadillas se habían hecho realidad.

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